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Acreditación: Con frecuencia no se ha interpretado bien la historia ni el procedimiento de acreditación en las instituciones educativas. Desde sus inicios en los comienzos del siglo veinte en que la acreditación y “normalización” de los programas de estudios estaban estrechamente relacionados entre sí, era necesario que en aquel tiempo las prácticas pedagógicas fueran definidas en muchos aspectos.


Las incógnitas en aquel momento eran: 
¿Qué constituye una “unidad” de crédito o un “semestre” de trabajo? ¿Qué significa “calidad”, bajo qué condiciones y con qué facilidad pueden los estudiantes transferir su trabajo de una institución a otra? ¿Qué garantía hay de que el trabajo transferido sea equivalente entre las instituciones a las que se transfiere?.

Se consideró la acreditación como la manera de estructurar la confusión académica; debido a que cada institución hacía lo que le parecía conveniente. También estaba en discusión el asunto de los programas académicos. Se creía que, si un jurado de colegas imparciales examinaba los programas y procedimientos de una institución determinada, se podría efectuar una evaluación independiente y precisa, un tipo de “auditoría académica”.

La acreditación de ninguna manera garantiza la excelencia de una institución o un programa de estudio. Más bien dice: “Estamos razonablemente seguros de que se están cumpliendo las normas mínimas.”

La acreditación ha adquirido una mayor aureola que la que merece en hechos reales. Aunque de algún modo atestigua vagamente que la institución “X” ha satisfecho las normas mínimas de aceptabilidad, aunque también sabemos que la verdadera excelencia en la enseñanza no termina allí; ni tampoco que la acreditación la garantice. Por ejemplo, hay una diferencia cualitativa entre una calificación de “C” y una “A”.

Sin embargo, ambas calificaciones llenan los requisitos de haber satisfecho las normas mínimas cuando se trata de darle una nota a un estudiante.

Es legítimo y razonable afirmar que una institución puede tener un programa de calidad sin acreditación alguna. La acreditación no establece la excelencia de una institución, como tampoco una licenciatura en letras le garantiza a una persona una mente educada o cultivada. Las muchas facetas de la excelencia resultan de una apropiada combinación y consagración al aprendizaje por parte de la facultad y los estudiantes. Además de contar con suficientes recursos económicos para respaldar el proyecto y administradores que supervisen el procedimiento para alcanzar las metas y los objetivos.

Aún con todo esto, es imprescindible que toda institución se someta a las leyes y regulaciones del departamento de educación, por esta razón no descansamos en alcanzar afiliaciones y acreditaciones que traerán beneficio a nuestro sistema académico.
 
Mas que una aprobación humana regulativa, nuestro objetivo es mantener una transparencia académica, organizativa e espiritual en todas las facetas de nuestra organización. Nuestra última afiliación ha sido establecida con El Concilio Apostólico de Responsabilidad Educacional bajo la presidencia del Dr. C. Peter Wagner. Nuestro deseo y meta es mantener una aprobación Divina.

Autorizaciones

1. En 1982 Logos Christian College fue autorizada por la por la Junta de Universidades Independientes del Estado de Florida para otorgar títulos, hoy en día continua como una institución registrada por la comisión de educación independiente de la Florida.

2. Logos esta aprobada para educar veteranos discapacitados de los Estados Unidos.

3. Logos no cuenta aún con la acreditación regional, ya que el objetivo y la misión actual satisfacen la misión de poder llevar una educación ministerial hasta los confines de la tierra. El costo de una acreditación regional excede el verdadero beneficio de nuestros estudiantes que de otra manera sería imposible poder servir.

Afiliaciones

La Universidad Cristiana Logos está afiliada a las siguientes Asociaciones: